Miguel Dibildox Morfín
Don Ricardo Watty Urquidi nació en San Diego, Cal. (EEUU) el 16 de Julio de 1938. Fue hijo de los señores Carlos Watty y María de los Dolores Urquidi, siendo el primero de cinco hermanos. Vivió con su familia en Tijuana, B.C.
En 1951 se traslada con su familia a la Ciudad de México. A los 13 años de edad, ingresa a la Escuela Apostólica de la Congregación de Misioneros del Espíritu Santo, en Tlalpan, D.F. En 1956 ingresa al Noviciado de esa Congregación y a los dos años hace su profesión religiosa, como Misionero del Espíritu Santo.
A los 18 años renuncia a la nacionalidad norteamericana, a la que tenía derecho por nacimiento, y conserva su nacionalidad mexicana. De 1959 a 1961 estudia Filosofía en el Escolasticado de su Congregación. De 1962 a 1964 fue formador y maestro en el Seminario Menor de la Diócesis de Alajuela en Costa Rica, C.A. De 1965 a 1968 continua sus estudios de Teología en el Escolasticado de los Misioneros del Espíritu Santo y en el Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos de la Arquidiócesis de México.
Es ordenado sacerdote el 8 de junio de 1968 en la Parroquia de la Santa Cruz del Pedregal, en la Cd. de México, y enviado como formador, al Seminario Menor de Quetzaltenango, Guatemala, C.A., confiado a su Congregación.
Regresa a la Ciudad de México para ser formador en el Noviciado de los Misioneros del Espíritu Santo, durante 2 años. De 1971 a 1975 es superior de su comunidad y párroco de la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación en Mexicaltzingo, D.F. Durante tres años sirvió en la Arquidiócesis de México como Delegado Episcopal de la VII Zona Pastoral. De 1974 a 1980 es Vice-Superior de la Provincia de México de su Congregación. En 1975 es nombrado Rector del Teologado.
El 31 de mayo de 1980 su Santidad Juan Pablo II lo elige Obispo Auxiliar para la Arquidiócesis de México, siendo ordenado obispo el 19 de julio de 1980. El 20 de Agosto de ese mismo año, el Arzobispo Ernesto Cardenal Corripio Ahumada lo destina a la II Vicaría de Pastoral como Vicario Episcopal, e igualmente lo nombra Vicario Episcopal para los Laicos en toda la Arquidiócesis de México.
El 10 de enero de 1990, el Santo Padre Juan Pablo II erige la Diócesis de Nuevo Laredo, nombrándolo a él como su primer Obispo, misión episcopal que desempeñó hasta el 21 de febrero del 2008, en que su Santidad Benedicto XVI, lo elige Obispo de la Diócesis de Tepic, donde se desempeñó como tal hasta el día 1º de Noviembre de 2011, día en que entrega su alma al creador.
Como obispo, realizó los siguientes servicios:
Miembro del Consejo Permanente por la Región Metropolitana, en dos trienios.
Presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, en tres trienios.
Miembro de la Comisión Episcopal para la Educación.
Miembro de la Comisión Episcopal para la Juventud.
Miembro de la Comisión Episcopal para la Familia.
Miembro de la Comisión Episcopal para la Movilidad Humana, durante dos trienios.
Presidente de la Comisión Episcopal para los Laicos, durante dos trienios.
Miembro del Consejo Permanente por la Región Pastoral Noreste en dos trienios.
Miembro del Consejo de Presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano en el trienio 2001-2003.
Responsable de la Dimensión Episcopal para los Laicos y Vicepresidente de la LXXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de México, cuyo tema principal fue: Hacia la Misión Continental. En esta Asamblea Episcopal, los obispos invitaron a participar a los fieles laicos de las Diócesis de México para, junto con ellos, revisar lo hecho en materia de evangelización y planear y programar lo que vendría a ser la Misión Continental, puesta en marcha en la Diócesis de Tepic, al año siguiente.
Don Ricardo, además, realizó muchos cambios entre el presbiterado, cambiando de un lado a otro a los sacerdotes, con la finalidad de aprovechar mejor las cualidades de cada uno de ellos en las diferentes parroquias; todo ello, movido por su celo misionero.
No debemos olvidar que su formación recibida con los Misioneros del Espíritu Santo, le dio a su actividad un enfoque de evangelización diferente al que, en general, reciben los sacerdotes del clero secular, o sea, los formados en los seminarios diocesanos.
Como todo ser humano, fue comprendido por muchos e incomprendido por otros más, aún entre los sacerdotes, pero de muchos de ellos y de nosotros, fieles laicos, se ganó admiración, respeto y cariño. Personalmente, creo se entregó a la tarea de padre y pastor con todo su ser. Gloria a Dios, por haber dejado entre nosotros, los fieles de esta Diócesis de Tepic, a Don Ricardo Watti Urquidi, por estos tres años y ocho meses. Dios lo tenga en su Santa Gloria.
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