Víctor Corcoba Herrero
Uno tiene que saber quién soy,
para poder hallarse y sentirse;
ha de indagar cuerpo adentro,
sobre su pulso y sobre su latido;
ha de interesarse ante sí mismo,
delante de Dios y los hombres;
pues tras la noche llega el alba,
con su ávida alma por ser savia.
Mi vida no es vida sin los otros,
hemos venido a ella por amor,
y por amor hemos de regresar,
a quien nos abrazó con la Cruz.
No sembremos más desdichas
en nuestro andar, estamos aquí,
para ser antorcha en las noches,
y esplendor de nuestra leyenda.
Justo ahora, estamos en trayecto,
creciéndonos y recreándonos,
fraternizándonos y reviviéndonos,
cada cual con su andar y su visión.
En el sueño del Creador su aliento,
ofreciendo consuelo, dando luz,
sirviendo paz y pan para todos,
pues Jesús no deserta, siempre está.
Busquémosle sin miedo cada día,
activemos la guardia, él nos auxilia
para ser verdad con su gran bondad,
nos fortalece para no caer y decaer
en el andar, hacia esa pertenencia
que nos purifica y nos une el cielo
con la tierra, el poema más edénico
vertido, la obra pictórica más eterna
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