José Manuel López García
Está claro que el comercio electrónico en el presente ya está creciendo y lo hará mucho más en los próximos diez o veinte años.
va Economía propiciada por Internet es algo fundamental para los emprendedores y autónomos. Los empresarios y las empresas pueden confiar en este modelo de negocio. La actividad empresarial y comercial presencial seguirá existiendo, pero cada vez más se observan las ventajas indudables de la denominada Economía Web. Y no es para menos.
Se están produciendo cambios considerables en las formas de producción, por ejemplo, con la creciente robotización de la producción de bienes. El consumo de los ciudadanos, especialmente en los países desarrollados, está cambiando ya que una parte de la población de los mismos opta por comprar por Internet y no únicamente a través del comercio presencial tradicional. Que la economía digital facilita el desarrollo productivo no me parece que necesite muchas explicaciones.
Es evidente que se favorece que surjan más personas que apuesten por el teletrabajo o por ser emprendedores y crear su propia empresa online. En este sentido, la automatización que es posible con páginas web y con plataformas de comercio electrónico potencia, en buena medida, las posibilidades reales de conseguir vivir de un trabajo digital.
Es cierto que se precisa el logro de un dominio muy técnico de muchos procedimientos de marketing y de estrategia de ventas que pueden ser muy sofisticados y complejos, pero se pueden aprender y tal vez den resultados.
En cualquier caso, lo que no ofrece duda, a mi juicio, es que las habilidades de comunicación y la información y experiencia que se puedan ofrecer a través de la Red cada vez son más importantes de cara a generar valor.
En la economía del futuro la digitalización será mayor que en la actualidad y esto mismo producirá una transformación en las formas de producción y consumo muy considerables, si las comparamos con las características de hoy en día.
Las barreras de la distancia y el espacio quedan neutralizadas en gran medida por los avances de la tecnología. Se pueden enviar productos o servicios a cualquier parte del planeta, en muchos casos, de modo prácticamente instantáneo. Por ejemplo, un libro o curso electrónico puede llegar a sus destinatarios que lo han comprado en cuestión de segundos. Y esto es aplicable a otros productos similares.
Por tanto, la inmediatez del comercio electrónico es algo muy ventajoso y beneficioso. Además, la innovación que hace efectiva la economía digital crea nuevas posibilidades reales en la vida de las personas.
Incluso, conviene poner de relieve que también existe, de forma paralela, la información gratuita y los cursos gratuitos que conviven con los de pago como es lógico.
El gran problema que se plantea actualmente es la supresión de la piratería en el ámbito del consumo de las creaciones digitales. Los derechos de autor y la propiedad intelectual son una de las claves de bóveda de las buenas prácticas en Internet. No todo lo que se ve en Internet es gratuito y esto es esencial recordarlo.
La desintermediación es la expresión de la comunicación directa entre productores, creadores o empresarios y los consumidores. Todos somos simultáneamente tanto una cosa como la otra, ya que producimos o creamos y consumimos.
Quizás una de las formas de salir del estancamiento en las ofertas de trabajos de calidad sea impulsar de modo decidido la digitalización como fuente de creación de riqueza.
El Estado puede ser el impulsor o motor fundamental de un cambio de paradigma y también el sector privado debe aportar sus contribuciones al salto tecnológico que rediseñe un nuevo sistema productivo más flexible y dinámico como se requiere en los nuevos tiempos que estamos viviendo.
El reto es, a mi juicio, regular y controlar la calidad de la economía digital y, sobre todo, poner en vigor normas y sistemas de control muy rigurosos con la finalidad de reducir o evitar completamente el pirateo de productos o servicios. Esta es la clave para que todo funcione armoniosamente en la economía digital. Ya sé que es muy difícil de lograr. Se puede decir que es imposible, pero, en líneas generales, creo que es factible.
Los cambios tecnológicos que llegarán a nuestras vidas en los próximos lustros serán enormes y esto potenciará una economía diferente más digitalizada y que nos sirva para ser más autónomos, libres y felices.
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