Sergio Mejía Cano
La comisión Federal de Electricidad CFE y Petróleos Mexicanos (Pemex) han reportado enormes pérdidas monetarias al menos en el último trimestre, debido a la depreciación del peso frente al dólar y a diversos factores internos y externos.
Existe la posibilidad de que todo este pretexto de las pérdidas económicas no sea otra cosa que la justificación para la privatización total de estas compañía supuestamente todavía a cargo del Estado, pues es algo parecido cuando se privatizaron Teléfonos de México (Telmex) y los Ferrocarriles Nacionales de México (Ferronales); y ahora es necesario que entre la Iniciativa Privada (IP) a salvar estar a la CFE y Pemex, no hay de otra, según la administración actual.
Quizás alguien recuerde que antes de que se privatizara Telmex, la compañía daba un mal servicio interrumpiendo las líneas tardando varios días en su reparación o para volverlas a conectar, hacía cobros aparentemente injustificados y un largo etcétera de anomalías que tenían a los usuarios más que molestos; y da la casualidad que entra a hacerse cargo la IP y la mayoría de todas esas anomalías mejoraron como por encanto.
Con Ferronales, siempre se dijo que trabajaba con números rojos, que no dejaba margen de ganancia para el Estado y que era más lo que se le invertía que los logros esperados, así que no quedaba de otra más que su privatización. Sin embargo, ¿qué inversionista va a entrar a un negocio que no deja utilidades? Si se decía que Telmex y Ferronales eran empresas en declive y sin embargo, entra la IP y van para arriba como por arte de magia dejando grandes beneficios para sus nuevos dueños.
Con los ferrocarriles, hubo voces entre los mismos ferroviarios que señalaban que los boleteros que cobraban a bordo de los trenes de los pasajeros habían contribuido con la supuesta quiebra de los ferrocarriles, porque no daban boleto a quien lo pagaba arriba de dichos trenes. Pero resulta que esos cobros que no reportaban los boleteros supuestamente quedándose con el dinero producto de los pasajes vendidos, era cosa en realidad insignificante, claro que en el entendido de que si se hubieran quedado con ese dinero los boleteros, porque era más un rumor entre los mismos ferroviarios que una realidad; y si se le llegó a achacar a los mismos trabajadores que Ferronales haya desaparecido precisamente por quedarse con dinero que pertenecía a Ferronales, pues entonces no nada más a estos empleados se les podría atribuir la culpa, sino a los robos hormiga que se daban en todas las ramas del ferrocarril, pues en las oficinas se perdían los rollos de papel sanitario, toallas ídem, lápices, cintas para máquinas de escribir, hojas de papel bond, clips, engrapadoras y grapas, borradores, etcétera.
En los talleres de las máquinas y en la reparación de carros y coches se dice que sustraían grasa, aceite, diesel, estopas, jabón, cepillos, asientos y espejos de los coches de pasajeros, lámparas, focos, pinturas, brochas, llaves mecánicas, pinzas, desarmadores y un largo etcétera de cosas desaparecidas.
En el departamento de vías y estructuras se perdían palas, picos, cucharas para la mezcla, pintura, brochas, barras, marros, martillos y otra vez etcétera. Obviamente de todo esto eran por lo regular puros rumores, pues nadie vio nunca cómo o por qué desaparecían las cosas. Y si se daban estas desapariciones es posible que pudiera suceder en todas las dependencias del gobierno.
En cierta ocasión el presidente Enrique Peña Nieto anunció a nivel nacional, que ?la gallina de los huevos de oro? que significaba Pemex para los mexicanos había muerto; sin embargo, de pronto resucita esa gallina y hoy en día circulan rumores de que algunos políticos están involucrados y convertidos en inversionistas en algunas plataformas petroleras, así como en pozos de extracción.
Y respecto a los boleteros en el ferrocarril que supuestamente no entregaban cuentas claras, podría ser lo más insignificante, porque los trenes de pasajeros se establecieron en nuestro país sin fines de lucro para satisfacer las necesidades de traslado de las clases más menesterosas, según el decreto de don Lázaro Cárdenas del Río en 1937, cuando declaró la nacionalización de los ferrocarriles.
Y una prueba clara de que los trenes de pasajeros jamás produjeron ganancias, es que una de las condiciones que pidieron los nuevos concesionarios de los ferrocarriles fue que desaparecieran estos trenes, porque les estorbaban para sus fines primordiales que es mover carga y no pasajeros.
Sea pues. Vale.
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