Sergio Mejía Cano
Ya tiene días que los socios de UBER en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, han tenido severos problemas para que las autoridades viales los dejen circular y dar servicio a la ciudadanía tapatía; se les han puesto infinidad de trabas, según el portal de noticias de notisistema.com, en donde la estación de las noticias, Radio Metrópoli ha estado dando cuenta de estos hechos.
Según las noticias, los choferes de UBER se quejan de que no les dan la autorización correspondiente por cualquier pretexto, y así hayan demostrado que traen hasta silla porta bebés y todo lo que se les solicita que traigan, aun así no les dan dicha autorización para dar servicio haciéndolos dar vueltas y vueltas a la "calle 2" en Zapopan, Jalisco, llegando hasta el ridículo de tener que sacar una pre-ficha para luego obtener una ficha y además tener que anotarse en una libreta. Se quejan los conductores de UBER de que a algunos compañeros hasta les han recogido su vehículo que en muchos de los casos, ellos son los mismos propietarios, pues se endrogaron teniendo que adquirir un vehículo nuevo para poder ofrecer dicho servicio de transporte.
El año pasado se les prometió también a los choferes de los taxis tradicionales que los de más antigüedad obtendría su propio permiso, por lo que también fue uno de los principales requisitos que adquirieran un vehículo nuevo, de paquete para el fin de que se les diera su permiso en compensación por sus años de servicio como trabajadores del volante y ahora sí tener su propio permiso y ya no laborar para un patrón en específico. Sin embargo, también se las hicieron muy largas porque los traían de un lado para otro y a fin de cuentas la mayoría de quienes ya se soñaban con su propio permiso, se quedaron como el chinito, porque no se cumplió con las expectativas por parte de las autoridades que habían prometido permisos para todos los solicitantes, pues solamente se otorgaron unos cuantos dejando colgados de la brocha a la mayoría que hasta ya había comprado su vehículo nuevo.
Esto me trajo el recuerdo que allá a principio de los años 60 del siglo pasado, llegué a oír las pláticas de los mayores en algunas reuniones en donde se decía que algunos políticos y los dirigentes de las centrales obreras más emblemáticas del estado de Jalisco, tenían acaparados infinidad de permisos de taxis y de camiones del servicio urbano de transporte, por lo que era muy difícil que algún ciudadano se hiciera fácilmente de uno de estos permisos; y si bien se abrió el campo para el ciudadano común para que obtuviera su permiso para taxi y así trabajarlo para sí, obviamente no faltaron los mismos de siempre que haciéndose de prestanombres adquirieron muchos más permisos de taxis y camiones, alquilando estos a los que se habían quedado con las ganas de tener su propio permiso de taxi o camión.
Y allá a finales de los años 70 o principio de los 80, al ir viajando en un taxi en el bello puerto de Mazatlán, Sinaloa, pues desde luego que surge la plática entre pasajero y chofer, así que al ver que el conductor del taxi iba manejando con mucha precaución porque las calles cercanas a la estación del ferrocarril eran de pura tierra, le comenté al chofer que de inmediato se reconocía que él era su mismo patrón porque cuidaba su taxi, a lo que me respondió el taxista que para nada, que era trabajador del volante porque en Mazatlán, todos lo que traían taxis, aurigas y pulmonías eran trabajadores ya que era muy difícil conseguir un permiso, pues andaban por arriba de los 500 mil pesos y así, pues cómo. Al ver mi sorpresa, el taxista abundó diciendo que los dueños de los taxis, aurigas y pulmonías eran políticos de altos vuelos, así como de comerciantes acaudalados que eran los que tenían sus flotillas de vehículos de alquiler y que por lo mismo, era muy duro que alguien del pueblo pudiera comprar un permiso de este tipo.
Y a propósito del precio de un permiso para taxi, según me comentó un taxista de Tepic, que a fines de los años 90 los permisos de taxis andaban alrededor de los 40 mil pesos en Tepic, pero que un ferrocarrilero le compró un permiso a un taxista que de pura broma le había dicho que se lo vendía en 100 mil; así que se corrió la voz de que los ferrocarrileros estaban comprando los permisos en 100 mil lanas y se desvirtuó todo. El taxista que me comentó esto, decía que odiaba a esos ferrocarrileros, ya que estaba por juntar los 40 mil cuando se fueron arriba en el precio los permisos por culpa de esos ferrocarrileros.
Sea pues. Vale.
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