José Manuel Lopéz García
Deleuze fue un filósofo y teórico social que influyó decisivamente en el siglo XX. También se le puede considerar historiador. Fue profesor de la Universidad de París VIII desde 1969 hasta su retiro de la vida universitaria en 1987. Fue amigo de Guattari y Michel Foucault.
Escribió libros de gran valor académico como son: Empirismo y subjetividad sobre David Hume en 1953, La filosofía crítica de Kant en 1963, El Bergsonismo de 1966 y Spinoza el problema de la expresión de 1968. Obras en las que mostró su erudición y la profundidad de sus análisis y reflexiones sobre la filosofía moderna. Su vida transcurre desde 1925 hasta 1995. Muere a los 70 años. La causa de su muerte fue suicidio. Sufría graves problemas de salud. Y, desafortunadamente, optó por lanzarse al vacío desde su apartamento.
La concepción de la técnica del filosofar es muy clara: "La filosofía es el arte de formar, de inventar, de fabricar los conceptos". Desde una perspectiva política Deleuze fue un filósofo anarquista o un marxista inclinado hacia el sector libertario. Es significativo que hacia el final de su vida Deleuze estaba preparando un escrito que quedó inconcluso titulado La grandeza de Marx. La obra que mayor repercusión ha tenido es Diferencia y Repetición de 1968.
Deleuze está convencido de que los conceptos de tiempo y espacio son formas unificadoras impuestas por el sujeto cognoscente a la realidad. También establece que la diferencia es un sistema de relaciones diferenciales que crean sentidos, espacios, tiempos y también sensaciones específicas y particulares. Estima que la diferencia pura es algo parecido a lo constante en el presente y el pasado tal como lo describía Proust.
El pensador francés afirma una especie de empirismo posmoderno que inventa nuevas formas de pensar. Que considere que las filosofías de Kant y Schelling pueden ser un empirismo trascendental es interpretable pensando que tanto uno como otro se interesaron por la experiencia y la naturaleza en sus sistemas especulativos, sin perjuicio de sus reflexiones y análisis sobre la aprioridad y lo puro desde la razón teórica.
Según Deleuze la potencia conceptual y argumentativa de la filosofía debe servir para resolver problemas sociales y políticos. Huye de una interpretación del pensamiento encerrado en una torre de marfil. Ve completamente necesaria e imprescindible la aplicación de los conceptos y las argumentaciones a la realidad social de cada momento histórico. La labor filosófica de Deleuze es considerada como la de un artesano de los conceptos, ya que él mismo lo dice. Fue muy original en sus escritos. Escribe de modo muy rotundo que: "Yo no poseo ningún saber de reserva. A mi muerte no tendré problema. Es una ventaja. No habrá nada que publicar. No quedará ninguna provisión".
En su libro Diferencia y Repetición invierte el método platónico de la división y acepta la idea del eterno retorno y analiza el instinto de muerte que está en el ser humano, entre otras muchas cuestiones.
A mi juicio, aunque a lo largo de la historia de la filosofía se han pensado infinidad de cuestiones se puede seguir filosofando y repensando acerca de los numerosos retos a los que estamos enfrentados en el siglo XXI.
La capacidad reflexiva y la de buscar diferencias y soluciones es lo más necesario en la era digital en la que estamos viviendo. La vertiginosa rapidez con la que cambian las cosas supone un desafío cada vez más grande para la reflexión de las personas.
Esto no presupone que los sujetos pensantes deban darse por vencidos ante la complejidad creciente del mundo posmoderno y liberal. Se pueden realizar modificaciones y transformaciones que mejoren sustancialmente las condiciones vitales de todos, especialmente, de los que realmente necesitan una mayor igualdad y justicia social. Con las nuevas herramientas digitales y con la inteligencia artificial y los avances tecnológicos se abre un nuevo mundo en el que todo es posible.
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