Por Sergio Mejía Cano
Se comentó cierta vez que en un evento que tendría el entonces presidente José López Portillo (JOLOPO) en las inmediaciones del Centro Histórico del entonces Distrito Federal, el chófer presidencial dejó esperando a su jefe por varios minutos por haberse ausentado para refrescarse junto con otros chóferes que integraban la comitiva de miembros del Gabinete y demás personajes políticos del momento.
Con el tiempo se supo que sí había ocurrido este hecho, y que como JOLOPO andaba de buenas lo tomó por el lado amable y dijo que pecata minuta, a lo que uno de los allegados al presidente le dijo que esto había sido una falta de respeto no al señor José López Portillo, sino a su investidura presidencial; así que ya tomándolo en este sentido se dijo después que el chófer de JOLOPO al que llamaban "Panchito", había recibido una tremenda reprimenda, pero al parecer todo quedó ahí y sin pasar a mayores, más que la asoleada que se pegó demás esperando a su chófer el Presidente de la República de 1976 a 1982.
Y en este sentido, todos los agravios que le ha hecho el presidente gringo Donald Trump a nuestro presidente Enrique Peña Nieto (EPN), no han sido ataques a la persona en sí, sino a la investidura presidencial y por ende, a toda la Nación, a la soberanía nacional, porque el agravio es para todos los mexicanos aunque no lo hayamos elegido por mayoría de votos, porque se documentó que EPN llegó a la silla presidencial con apenas un poco más del 30 por ciento del padrón electoral, y si tomamos en cuenta que de ese poco más del 30 por ciento ya la mayoría está arrepentida de haber votado por EPN, quiere decir que cuenta con muy poco apoyo de la población y que tal vez por eso no se atreve a hacerle frente a todas esas afrentas que le ha ocasionado el presidente estadounidense, porque sabe e intuye, que no recibirá el respaldo de la población mexicana.
Desde que apareció como candidato republicano, Donald Trump comenzó a dar a conocer su agresividad en contra de nuestro país, tildando a los migrantes mexicanos como lo peor del mundo y de inmediato se pronunció por la construcción de un muro en su frontera sur, norte de nosotros, poniendo énfasis en que nuestro país tendría que pagar dicho muro. Sin embargo, ante todos estos señalamientos que mostraron desde un principio un vil ataque a México, la respuesta de EPN ha sido prácticamente muy opaca, casi nula, como con temor, muy pusilánime en todo su esplendor.
Antes al contrario, en vez de responderle con firmeza contundente al presidente gringo desde un inicio, no, sino que aun siendo candidato hasta lo invitó a Los Pinos, dándole un recibimiento como si ya fuera el presidente de los USA, cosa que muchos analistas tanto de aquél país como del nuestro lo tomaron como un mal gesto y mala diplomacia; lo mismo que pasó ahora con la visita del yerno de Trump, en que lo recibió EPN en Los Pinos tal y como si fuera su par y no un mensajero del presidente gringo. Mala diplomacia otra vez.
Y ahora hasta se jacta el dizque republicano gringo de que le preguntó a EPN que si estaba loco cuando supuestamente el mexicano le sugirió que matizara su dicho de que México tendría que pagar el muro fronterizo, y que hasta adiós le dijo. Una burla más hacia el presidente mexicano que no se da a respetar por más que se burlen de él. Y hoy en día, EPN no puede negar nada, pues debe entender que los gringos todo tienen grabado y que todo eso, podría ser utilizado en su contra en dado caso.
¿Qué es lo que teme EPN? Ni modo que alegue o diga que es para protegernos a nosotros, la población, de los embates gringos, porque ya más peor es casi imposible que nos vaya al pueblo mexicano. Por lo que tal vez su temor es a perder sus prebendas él ?EPN- y sus allegados en caso de molestar al señor de la Casa Blanca, la de los USA.
De ahí que se muestre tan dócil con Trump a pesar de todas las ofensas que le ha hecho el gringo; pero como está dicho, los agravios del presidente gringo no son a título personal nada más, sino que son ofensas a la soberanía mexicana, a la población que ve cada día que en verdad no tenemos un presidente como tal, sino un ente manipulable tanto por los grandes operadores comerciales que están detrás de él, y desde luego por los grupos de poder que están detrás del presidente gringo y por ende detrás también de los que le dictan a EPN, de esos grandes operadores comerciales que tienen que bailar al son que les tocan los poderosos de allende el Río Bravo. Por eso no responde.
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