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Filosofía Marismeña

Tolerancia Religiosa

Ramón Larrañaga Torróntegui

Viernes, 3 de Julio del 2015. 8:57:34 pm

Letra más grande

Hemos dejado en adorar al Sol, la luna, los animales los cuales nuestros antepasados veían como Dioses, sin embargo no logramos pasar el túnel oscuro del desacato a las creencias dogmaticas, las cuales continúan viviéndose como sagrada al considerarlo una verdad irrefutable y no debemos siquiera atrevernos a tocar so pena en ser satanizados. El usufructo que la religión proporciona lleva implícito hasta quitar la dignidad de las personas. La “Fe” nos ofrece momentos sublimes, la veneración a la creación, al crepúsculo, a la aurora a que cuando la tempestad azote no tiembles y pienses que la calma llegara y nuevamente pasearas, reirás sobre las ruinas dejadas.

La “Fe” nos ofrece desprendernos para actuar en función del devenir de la vida participando desde la experiencia misma, anticipando juicios en la forma de enfrentar la naturaleza, adaptarnos a las circunstancias a las posibilidades en vez de encerrarnos y negarnos sino afirmarnos para la legítima forma de vivir en el pensar, en nuestro tiempo, estar predispuestos a los múltiples problemas, y su variación adquirida en ese nuevo estado espiritual de equilibrio entre el pasado, el presente y el futuro.

Las creencias pueden no ser verdades pero su fuerza es efectiva cuando influye en la conducta y en la verdad. La “Fe” la identificamos con lo perfecto, la que propicia avanzar alejada del determinismo con tendencia a manipular a controlar el espíritu. En esa cerrazón de la razón que nadie conoce y los que usufructúan aseguran ser los únicos que la conocen, pero que nadie conoce, nadie es capaz de aproximarse y debe admitir el catequético como verdad irrefutable.

Tolerancia religiosa significa que la elección de una, no implica necesariamente la desaparición de la otra. Recordemos lo que la biblia cuenta “Por ti serán bendecidas todas las familias de la Tierra” refiriéndose a Abraham, el primer patriarca. Abraham se siente elegido, pero no para someter sino para llevar a cabo una labor ética que traiga bendición a todos, no a él exclusivamente. Entender que en cada nación existen individuos que tienen su propia “fe”, su Dios con un nombre señalado y que los excesos de los individuos son el reflejo de su propia evolución o el comportamiento pagano en la cosmovisión que desarrolla.

Y aunque nos parezca muy fraterno el hecho en decir que solo existe un “Dios” con diferente nombre, una divinidad para todos los seres humanos y que mantengamos la idea que el camino hacia los buenos propósitos es “Solo Uno”, el extremo siempre estará presente ya que es implacable sobre los desvaríos de cada individuo sobre todo cuando se encuentra fanatizado.

Es por eso que unos deciden servirle al prójimo y los otros a ellos mismos mediante el manejo de la religión puesta a su servicio. Las personas somos plurales, no existe una semejante a otra, existen miles de sendas por recorrer y todas a nuestra disposición inmediata “Placentera”, es por eso que conoceremos a los seres humanos por sus acciones y no por sus dichos o formación y para muestra el vergonzante “Botón de la guerra religiosa” o el enriquecimiento sin respeto mediante el engaño de la salvación entregando bienes “Indulgencias”. Enseñar amar al prójimo, pero no a todos, sino a cierto prójimo, y esta es la parte importante de aprecio hacia los seres humanos el amarlos con responsabilidad compartida “A, todos los seres humanos”.

Los judíos se han dado a la tarea en tergiversar el concepto y auto llamarse el pueblo elegido y es una idea que han ido permeando religiosamente por el mundo y de tanto repetirlo hemos llegado a creerles. Sin embargo esto no es más que mera soberbia. ¿Por qué se profesan los dueños de la palabra de Dios? El concepto de “pueblo elegido” en un eufemismo del otorgamiento a los judíos de supuestos privilegios o superioridad racial y, no es sino el producto de una mala intención que oculta los intereses y alcances al respecto.

No existe antecedente alguno en el que las fuentes del conocimiento religioso sean exclusivas de su sociedad, mucho menos ese privilegio. Muy por el contrario, el más criticado de la Biblia es el propio pueblo de Israel, a pesar en ser el pueblo que la escribe. Y ello porque su elección implica sólo responsabilidades adicionales y no derecho sobre nadie, sin embargo la nueva generación “Judía” desea interpretarlo de otra manera muy a su conveniencia. El pueblo judío, se volvió arrogante y se siente favorecido por designio divino en una elección que ellos mismos hacen de una supuesta elección favorecida, mientras que la biblia en sus textos “Nunca los cita a ellos mismos”, sino que exterioriza sus propios estereotipos acerca de cómo los judíos son o se comportan.

Si hablamos de raza, los judíos son de todas las razas y colores, son individuos de todas las etnias y además estas pueden convertirse al judaísmo cuando así lo deseen. Más aún, en sus raíces encontraremos, que por primera vez hace casi dos milenios, el primer hombre Adán fue uno solo y no fueron dos “Adanes”, por lo tanto la raza humana es una que nace de esa primera raíz.

La idea en que son el pueblo elegido “Es de ellos” nace con el judaísmo, y la difunden. Posteriormente la toman los cristianos, luego pasa al Islamismo y que por lo tanto pertenece a todas y a ninguna en un momento dado. El judaísmo admite en sus lecciones el pluralismo religioso, al no exigir del prójimo que se convierta a su religión para ser salvado.

Los nuevos seguidores y practicantes exigen cuestiones que no tienen sustento teológico y se contradicen al querer someter a todos los pueblos para que cumplan lo que ellos interpretan y esto se ha convertido en una barrera al enfrentarnos a un totalitarismo religioso.

Los israelitas han olvidado o quieren imponer sobre las creencias de los individuos como lo estaban haciendo con ellos en el antiguo Egipto sin tomar en cuenta que las sociedades avanzaron en la búsqueda de su propia espiritualidad y que cada pueblo entendió su rol religioso de una manera particular. Si los Israelitas consideran que fueron elegidos para conservar la “Tora” y sintetizan su conducta con los diez mandamientos, son libres en hacerlo siempre y cuando respeten otro tipo de creencias, recordando que los senderos de la “Fe” marcan sus propios derroteros.

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