Francisco Cruz Angulo/El Sol de Nayarit
Martes, 22 de Noviembre del 2011. 7:30:03 pm
Letra más grande
Tanto el PRI como el PRD ya tienen a sus candidatos de unidad a la Presidencia de la República. La semana pasada sorprendió a todo mundo la inusitada ceremonia en donde los precandidatos presidenciales del Partido del Sol Azteca, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard anunciaron públicamente que de acuerdo a los resultados de dos encuestas determinaron que el político tabasqueño ganó en las preferencias de los mexicanos consultados.
El perdedor dijo que más allá de intereses personales o de grupos está la unidad de todas las izquierdas, por lo que invitó a sus seguidores a sumarse al proyecto de coalición Movimiento Democrático que encabezará AMLO para estar en condiciones de ganar la presidencia de la República en el 2012.
No faltaba más: por su parte, López Obrador no regateó elogios al jefe del Gobierno capitalino, que no se dejó llevar por el canto de las sirenas aludiendo a quienes desde el gobierno calderonista alentaban la posibilidad de hacer una alianza mediática PAN-PRD, con Marcelo a la cabeza.
Ese evento de los dos políticos perredistas en donde se anunció el candidato de unidad (PRD, PT, Movimiento Ciudadano y MORENA), por supuesto que desató innumerables comentarios en la clase política en el país: unos ven con buenos ojos que la izquierda mexicana por fin hayan logrado conciliar a todas sus corrientes en torno al ex candidato presidencial del 2006. Esperaban un cisma; sin embargo, prevaleció la madurez política paran arribar a una candidatura presidencial consensuada.
Otros, más suspicaces, suponen que hubo un arreglo de cúpulas en donde todos ganaron. En el caso de Marcelo Ebrard vendió caro su amor, pues se cree que tras bambalinas se negoció la candidatura al Gobierno del Distrito Federal para un personaje cercano a Marcelo Ebrard y, naturalmente candidaturas al Senado de la República y a la Legislatura Federal incluyendo la coordinación de la bancada en alguna de las dos Cámaras.
Marcelo ganó perdiendo. Si eventualmente López Obrador pierde la próxima elección presidencial estará perfilándose como el próximo potencial candidato presidencial en el 2018.
El hecho de haber reconocido que AMLO es el que está mejor posicionado ante el electorado nacional lo dejó bien parado ante los ciudadanos como un político maduro, sensato y conciliador y, sobre todo, fiel a sus principios ideológicos y programáticos.
No obstante vamos a darles el beneficio de la duda, pues no olvidemos que una cosa es ponerse de acuerdo en las cúpulas y otra será que los seguidores de ambos políticos realmente se sumen a los trabajos de la próxima campaña presidencial.
La corriente de los chuchos seguramente querrá quedarse con la mejor tajada del pastel y los lopezobradoristas (los bejaranos, PT y Movimiento Ciudadano) no declinarán tan fácilmente posiciones estratégicas en el Estado de México y en el Distrito Federal. Habrá que esperar de qué manera elegirán a sus candidatos al Congreso de la Unión y a la Asamblea Legislativa en el DF. Será entonces en donde veremos si el llamado de unidad permea a toda la estructura territorial del PRD, PT, Movimiento Ciudadano y MORENA. De sus resultados será el éxito o el fracaso de López Obrador como candidato presidencial por segunda ocasión.
En el tricolor el arribo a la unidad en torno a su precandidato presidencial, Enrique Peña Nieto fue por una decisión unilateral. El lunes por la noche, en su cuenta de Twitter, el Senador Manlio Fabio Beltrones declinó a su precandidatura. No obstante dejó ver su molestia a ciertas traiciones y ambiciones personales o de grupo que se han filtrado a su partido; pero que son más grandes sus militantes que esos liderazgos, por lo que mejor optó por ser útil a su partido.
No es para menos. Lo dejaron colgado de la brocha muchos de sus partidarios para sumarse a la cargada con el ex Gobernador mexiquense. Hubiera hecho el ridículo de haberse metido a la competencia. Ganó más, perdiendo. Marcelo y Manlio Fabio son dos vidas paralelas. No es su tiempo.
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