Filosofía Marismeña

Vida en el pueblo

MC Ramón Larrañaga Torróntegui

Viernes, 5 de Septiembre del 2014. 5:09:23 pm

Letra más grande

Siempre que pongo un pie sobre el puente del río o subo a la montaña me llega el pensamiento de que no cabe duda “El tiempo no pasa en vano”, y esto lo podemos constatar en el cambio de la sociedad a través del mismo. Hermoso es regresar y encontrar nuestro pueblo casi intacto como hace 40 años (Con mejoras), que las personas que dejamos atrás sigan con las costumbres y tradiciones de nuestros abuelos y bis abuelos y que lo moderno se acomode a sus necesidades, dejando a las espaldas detalles tan románticos como enviar una carta (Aunque tardara meses en recibirse) siempre se esperaba con gran ilusión al famoso cartero y su costal colgado al hombro bañado en sudor por su calles o si para él, la carta era importante salía por las tardes noches a entregarla “Si, esas cosas sucedían” Ahora las personas vivimos una nueva época. La de la comunicación e información con el Internet, los teléfonos celulares que cada día se modernizan más y cosas que van surgiendo sobre la marcha. Si nos llega una carta, no es precisamente de amor si no del banco, publicidad o deuda siendo entregada por cartero en motocicleta que cada día quedan menos.



La minifalda llego a la ciudad, los bikinis a las playas solo las mujeres más atrevidas se los ponían con riesgo a no encontrar marido o que el novio se sobrepasara con ella. Ahora no hace falta casarse para encuerarse y no falta la justificación con que se desnudan, argumentando que no tiene nada de malo el hacerlo, que en esta época no es tan mal visto o criticado y que muy por el contrario el hacerlo las vuelve más populares entre los jóvenes.



El pueblo no ha perdido esta esencia de pulcritud que en las ciudades hemos olvidado ¿Qué está pasando? Un buen día nacimos en un pueblo y apenas comenzamos a caminar ya están presentes los problemas por una cosa u otra a veces terminamos dejando atrás esa historia de vida y tienes que marcharte si deseas tener una vida un poco más cómoda, pero como el tiempo es sabio y el recuerdo nos gana no falta ese sesgo de nostalgia que nos hace renegar al pensar si realmente en aquel lejano tiempo fue correcta o incorrecta la decisión o que quizás lo mejor que pudimos hacer fue marcharnos sin mirar a las espaldas y dejar que sea el mismo tiempo y las circunstancias las que nos juzguen por intentar ser feliz en otro lado, dijeran dejar que el río corra y las pasiones se aplaquen o dejar que el río tome su cauce y lleve agua a los lugares más recónditos de nuestras pasiones y logremos disfrutar el regreso aunque este sea muy de vez en cuanto admirando sus bellezas naturales.



La vida en los pueblos se da como un cambio forzado y en múltiples ocasiones es dado por las apariencias las cuales hay que cuidar como niña virgen, por el que dirán, por la envidia el rencor, las ganas en figurar, la incomprensión de los seres humanos, por la monotonía en los pueblos, la soledad que va haciendo que siendo joven explotes y quieras experimentar lo que la televisión te mandata llegando a la triste conclusión que vivir en un pueblo se vuelve triste, no eres feliz, nunca lo has sido y hay que hacer maletas en busca de esa felicidad perdida, deseada. Solo basta un instante de insatisfacción para encontrarte maleta en mano en el filo de la puerta y marchar para donde el huarache apunte, pero si en realidad deseamos cualificar las cosas, “Nadie en su sano juicio es feliz”



Creo que nadie es completamente feliz de forma continua, si es su caso, lo felicito y le invito a que nos indique como lo logra porque al igual que miles de seres nos encantaría ser feliz siempre… siempre, aunque creo que por más que lo intentamos, nunca será así. Y esto se debe a que un día queremos una cosa y otro una muy distinta, siempre habrá algo que nos este perturbando, inquietando, una idea, un viaje… con lo sencillo que es todo y lo que lo complicamos.



Llego a la conclusión de que somos muy exigentes con nosotros mismos y que esa es la naturaleza humana “Inconforme, insatisfecha” sentimientos encontrados, caminos queriendo recorrer sin saber a dónde nos llevan, el caso es que siempre estamos haciendo las cosas simples, complicadas. Y vuelvo a la pregunta ¿Por qué lo complicamos todo?... creo que la mitad del camino hacia la felicidad es simplemente hacer las cosas correctas, sin excusas, sin miedo, y corrigiendo los errores que cometemos para no volver a errar una y otra vez en lo mismo, pero nuestra terquedad es muy superior a nuestras necesidades.



La persona llora porque se siente sola, a veces creemos que olvidando se nos pasan las penas o armándonos de valor nos alejamos de las personas que queremos, para luego volver a desfallecer y así un día y otro… y otro… sintiendo dolor un dolor infinito, proporcional a la sensación de amor tan intensa que siente cada vez que nos abrazan o sonríen.



Esta es el alma que vaga errante porque ama profundamente su raíz, su pueblo, su esencia. Un alma que se desgarra entre más se aleja o conforme se acostumbra a vivir lejos de su tierra natal y tiene que conformarse en vivir en las aglomeraciones de la ciudad. Toda esta historia pasa por mi mente tan solo cruzar el puente del rio, una historia, resumida en maravillosos instantes, en instantes de felicidad, alegría, amor… y otros llenos de amargura, desolación, tristeza…



Cuando estamos cerca de la muerte, deseamos ser enterrados en el pueblo que nos vio nacer, el corazón se antepone a la razón (Da, lo mismo en donde quedemos, ya no lo sabremos) pero en vida el corazón sufre, le duele quedar en otro lado y aunque por llanto la vista se nubla, a fin de cuentas, ya no hay nada que ver, nada que sentir, nada que no sea el más intenso y profundo dolor. Piensas y el corazón dispone, se lanza y juega a una sola carta, al amor por la tierra que amas y una vez más vence la nostalgia.